Se acercan las navidades y con ellas las lluvias de ideas sobre qué regalar a los pequeños de la casa. Pero no estamos solos los papás, abuelos, tíos y algún amigo... desean unirse a la celebración de los Reyes Magos y Papá Noel.
Son muchos los psicólogos infantiles que nos advierten sobre este "empacho de juguetes" y nos guían en este tema a través de una sencilla regla, la de los cuatro regalos. Según estos expertos los niños deben recibir los siguientes regalos: Algo que les sirva para llevar (ropa, zapatos, complementos...), algo para leer, algo que ellos realmente deseen y, por último, algo que necesiten. El objetivo de esta regla es que no tengan tantos regalos que les hagan perder la ilusión de cada uno de ellos.
Y nosotras nos paramos a pensar en esto y lo compartimos. ¡Cómo quitar la razón a todos estos entendidos! Aunque nos atrevemos a añadir un quinto regalo: algo que siempre recuerden. Algo que traspase lo tangible y se cuele bien adentro. Y en eso estamos, haciendo que nuestras láminas hablen... siempre. Les acompañan en su infancia haciendo de su habitación el lugar más especial de la casa, y pasados esos años se convierte en un recuerdo mágico. Abrir pasado el tiempo una caja "de cosas viejas", y que aparezca esa lámina de su infancia y... Boom! Hora de despertar miles de emociones, sacar a florecer cientos de recuerdos y sentirse más que querido por tener algo tan... único.
Como ya decíamos en el anterior post, es el momento de las emociones. Pero esto lo decimos nosotras, que no somos psicólogas, ni expertas en casi nada, sólo somos mamás.